Son pocas las estrellas que gozan de las cualidades del Sol. La luz que irradia y la energía que despide lo hacen imprescindible para los seres humanos. Ese astro de brillo no deja indiferente a nadie, menos cuando sus propiedades se transparentan en un artista conocido como “El Sol de México”.
domingo, mayo 15, 2011
SIGUE SIENDO EL REY
Son pocas las estrellas que gozan de las cualidades del Sol. La luz que irradia y la energía que despide lo hacen imprescindible para los seres humanos. Ese astro de brillo no deja indiferente a nadie, menos cuando sus propiedades se transparentan en un artista conocido como “El Sol de México”.
Luis Miguel, una vez más en su prolífica carrera de casi 30 años, demostró anoche la razón por la que tantos suspiran ante su voz. Su figura y talante tienen mucho ver, lo que se evidenció cuando las luces se apagaron en el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot para develar su presencia.
Y es que en cuanto entró a la tarima, la audiencia entremezcló vítores y aplausos de cara al recital que forma parte de la gira “Tour 2011”. Pautado para comenzar a las 8:30 p.m., el concierto inició a las 9:00 p.m. ante un público que ocupó la modalidad mediana del Coliseo.
Mirando a todas partes, sonriente, bailando y con el arma de su voz al son de “Te propongo esta noche”, Luis Miguel acaparó la atención de todos. El tema “Suave” fue el segundo que el artista interpretó exhibiendo la comodidad y la sensualidad que han matizado su propuesta.
Elegante con traje negro, camisa blanca y corbata, “Con tus besos” demostró a un artista que no teme encandilar con su capacidad vocal y la personalidad que entrega en el escenario.
“Muy buenas noches, San Juan. Buenas noches, Puerto Rico. Gracias por hacer posible estar juntos y el permitirme el privilegio enorme que significa hacer lo que más a uno le gusta: cantar”, saludó simpático y conversador, agradeciendo la presencia de quienes se dieron cita anoche y también a sus músicos.
Acto seguido, Luis Miguel propuso en tono divertido: “¿Qué tal si medimos la pasión?” Para ello, un medidor se proyectó en la pantalla central que, de inmediato, marcó la intensidad máxima gracias a los gritos, aplausos y el ruido que muchos provocaron.
El tema “Tres palabras” siguió, pero fue en “La barca” cuando el público cantó sonoramente junto al artista, lo que significó un deleite para él a juzgar por su mirada emocionada. “Volver”, “Come Fly with Me” -interpretada junto a Frank Sinatra, quien lo acompañó desde la pantalla- y “O tú o ninguna” trajeron consigo la complicidad del cantante con sus fanáticos.
Un popurrí de temas ocupó la voz de la audiencia con “Palabra de honor”, “Entrégate”, “La incondicional” y “Un hombre busca a una mujer”. En ellos y durante todo el concierto, fue evidente la energía a borbotones que destilaban la banda, las coristas y el artista mexicano.
Fue en el marco de “Te necesito”, que el cantante obsequió rosas blancas a unas afortunadas de las primeras filas para entonces cambiar su atuendo. Con camisa negra abierta, en una tónica menos formal, llegaron temas como “No existen límites” y “Mujer de fuego”.
De la mano de éxitos como “Ahora te puedes marchar”, “Cuando calienta el sol” y “Será que no me amas”, el tono romántico que tanto distingue a Luis Miguel se volcó en los ritmos que encandilaron a algunos que no dudaron en pararse de su asiento y bailar.
Después de una falsa salida, el intérprete retornó al escenario para cantar “Labios de miel” y dejar claro que, al menos anoche, era un hombre que distaba mucho de la personalidad enigmática y huraña que se le atribuye. Dijo las buenas noches por última vez, lanzando camisetas de la gira en una despedida de fiesta musical.
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