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lunes, diciembre 16, 2013

Luis Miguel en Puebla, el susurro del crooner entre el frenesí de los fans

Foto Sara Martínez Montiel

Del suave susurro, propio del crooner, que pareciera cantar al oído, a la voz potente y el estallido del furor en su repertorio pop, Luis Miguel Gallego Basteri se apoderó del escenario y del ánimo de su público apenas pisó las tablas del Auditorio Siglo XXI de la ciudad de Puebla, la noche de este domingo.

Con un lleno total y casi una hora de retraso, el cantante se presentó en la Angelópolis, como parte de su gira The Hits Tour 2013, y agradeció al respetable:

“Bienvenidos, gracias… Gracias por acompañarnos, una noche más en este bellísimo escenario. Un gran aplauso a mis músicos también, mi corista, a toda la gente de sonido, la gente de luces, a todos los que hacen posible esta gira por México. Gracias Puebla. Y en esta ocasión cantarles un poco de todo, ¿les parece?… un poco de boleros, un poco de mariachi, algo de Navidad… Hay que celebrar”, dijo para después arrancar gritos con “Historia de un amor”.

El intérprete, quien nació en Puerto Rico y se naturalizó mexicano durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, abrió el concierto alrededor de las 21:00 horas, con la canción “Mujer de fuego”, vistiendo un traje negro y mostrando un sobrepeso, que disimuló primero con el saco y luego con un chaleco.

“Hazme un hijo, aunque no lo mantengas”, “Arriba Luis Miguel… pero de mí”, “Mi rey, te amo”, eran los gritos desaforados de fans que competían con el ánimo intimista que el cantante dio por momentos a su concierto, cuando con luz tenue interpretó boleros y baladas.

Hubo espacio para las canciones rítmicas de su repertorio, las que acompañó con pasos de baile a contratiempo, con los que evidenció que lo suyo no es bailar.

“Te amo”, fue el grito de un fan en frenesí, que desde la cuarta fila y de frente al cantante, le arrancó una risa a Luis Miguel, pues se trataba de un varón. El cantante dejo ver su amplia sonrisa de enorme dentadura.

Vinieron las clásicas de finales de los 80, afiladas en popurrí: “No me puedes dejar así”, “Palabra de Honor”, “Fría como el viento” y “La incondicional”, entre otras, que coreó un público integrado mayoritariamente por personas mayores de 30 años.

Luego, “Luismi” cantó “Isabel”, mientras iba y venía de lado a lado del escenario, para tocar las manos de sus admiradoras de las primeras filas, siempre custodiado por cualquiera de los dos enormes guardaespaldas que vigilaban sus pasos.

Estalló entonces el público, muchos de ellos hombres y con un entusiasmo mayor que el de las mujeres, al llegarle el turno a “Cuando calienta el sol”.

Por momentos sentado sobre el piano, de pie y conduciendo con las manos a sus músicos, mientras en izquierda sostuvo todo el tiempo el transmisor del monitor de audio, hizo un recuento sobre las distintas etapas de su carrera.

A media luz, interpretó boleros y lució el estilo del crooner, el susurro que pareciera cantarse al oído. Lució también la voz con licencias tonales, paseando de los bemoles a los sostenidos y de regreso; con falsetes y vibrato, sin perder el color de la voz aún segura, potente y limpia, a sus 43 años de edad.

Luis Miguel mantuvo, con dominio escénico, interacción abundante con su público, alternando su ir y venir para recibir las miradas, los gritos, los suspiros.

Entre el público esta noche de domingo, estuvieron su hermano Alejandro Gallego, el presidente estatal de Nueva Alianza (Panal) Gerardo Islas Maldonado y su esposa la actriz Sherlyn González.

Entre otros políticos presentes, destacó el ex gobernador Melquiades Morales Flores y su esposa Socorro. El también ex senador apenas alternó las palmadas rítmicas en algunas canciones, con el entusiasmado baile de su esposa. También los acompañaron su yerno, David Villanueva Lomelí, titular de la Auditoría Superior del Estado, y su esposa.

Del swing al mariachi

Regresó entonces Luis Miguel a las clásicas de su repertorio y, luego de la canción “Tengo todo excepto a ti”, tarareó en un juego armónico con el trombón y trompetas, primero, y el saxofón barítono después, haciendo lucir a la sección de metales, de su equipo de músicos, compuestos por dos tecladistas, un bajista, un percusionista, un baterista, cuatro ejecutantes de metales y uno de cuerdas, así como una solitaria corista que se contoneaba sugerente, entallada en un vestido negro.

Llegó el swing con una grabación en la que rememoró el dueto que realizó con Frank Sinatra en 1994, en la canción “Come fly with me”, para el último disco que grabó “La Voz”: “Sinatra: Duets II”. Llegaron después las canciones de Navidad, aprovechando la cercanía del final del año.

Apreció la evocación bucólica con la llegada del mariachi, que abrió su actuación con “La Negra”, para luego dar paso a “El Rey” y un popurrí del gran José Alfredo Jiménez.

Al son del mariachi reapareció Luis Miguel en escenario, ahora con zapatos de un brillo que parecía charol y enfundado en un chaleco que le ayudaba a disimular el incipiente abultamiento abdominal, al igual que, los inusuales en él, pantalones con pinzas.

Vinieron “Que seas feliz”, “Y qué hiciste del amor que me juraste”, “De qué manera te olvido”, “La Bikina” y luego la exaltación del nacionalismo con “México te llevo en el corazón” y “Cielito lindo”.

Como colofón, se despidió Luis Miguel Gallego Basteri por unos segundos, para regresar al escenario tras el tradicional “otra, otra”, y ahora sí decirle adiós a Puebla en este concierto de su gira The Hits Tour, que continúa con presentaciones en Querétaro, Veracruz, Villahermosa, Mérida y Cancún.

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