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domingo, abril 01, 2012

Los años felices de Luis Miguel con sus padres

En el verano de 1985, el Sol de México recibió a ¡Hola! en su hogar; el recuerdo de esa nota, como homenaje a sus 30 años de carrera


Con la misma fuerza y entusiasmo de aquel niño que con tan sólo 12 años grababa su primer disco y con 15 se convertía en un fenómeno mundial, Luis Miguel se presentó hace unos días en su querido México para celebrar treinta años de exitosa carrera.

Su biografía profesional es asombrosa. Sus discos rompen todos los récords de ventas, sus conciertos agotan las localidades en minutos, los premios y reconocimientos que ha recibido en todos estos años son incontables y su energía, arrolladora. Además, posee un magnetismo mágico que lo hace capaz de seducir, con su voz prodigiosa y su estilo, a mujeres de todo el mundo, sin importar su edad. Una legión de fans enamoradas lo siguen adonde va y devoran las publicaciones sobre su ídolo, ávidas de novedades sobre el hombre experto en misterios.

Así como la información sobre su faceta profesional es desbordante, su vida personal está rodeada de un hermetismo inquebrantable. A Luis Miguel no le gusta hablar sobre su intimidad, su familia o sus sentimientos. Pero si hay una fecha clave, un momento decisivo en la vida del cantante, tanto en el plano personal como en el profesional, ese es el año 1985. En aquel momento, Luis Miguel cumplía 15 años y lo celebraba rodeado por el amor de una familia unida y estable. 

En aquel entonces, su padre, Luis Gallego Sánchez (conocido como Luis Rey) y su madre, Marcela Basteri, formaban una pareja sólida. Si bien nunca llegaron a casarse, convivieron felices durante quince años y tuvieron tres hijos: Luis Miguel, Alejandro y Sergio. Luis Miguel nació en Puerto Rico el 19 de abril de 1970, lugar donde Luis Rey hacía carrera como cantante. Alejandro, en cambio, vino al mundo en Madrid en 1971, y Sergio –catorce años menor que el cantante– nació en México, D. F., en 1984. Aunque la familia viajaba mucho y pasaba largas temporadas entre Miami, Nueva York y México, los orígenes españoles de Luis Rey siempre estuvieron presentes, hasta el punto de que él adquirió una lujosa residencia en Madrid para poder estar cerca de su familia. 

Su madre, la abuela Matilda, solía viajar desde Cádiz para visitar a sus nietos. En 1985, Luis Miguel ganó tres importantes premios: su primer Grammy por el tema "Me gustas tal como eres"; su primera Antorcha de Plata en el Festival de Viña del Mar; y el segundo premio en el Festival de la Canción de San Remo. Luis Rey, que hasta entonces se había opuesto a que su hijo se dedicara profesionalmente a la canción, tuvo que reconocer que el joven tenía talento. Aquel año, Luis Miguel –ya convertido en un ídolo de masas cuya fama se equiparaba a las de Michael Jackson o Julio Iglesias– concedió su primer reportaje a la revista ¡Hola! 

Las fotografías que ilustran estas páginas fueron tomadas en ese momento y las reproducimos ahora, a modo de homenaje al hombre que desde hace treinta años emociona a sus seguidores.

Lo que publicó ¡Hola! hace 27 años

No fue fácil lograr que Luis Rey accediera a abrir las puertas de su casa a ¡Hola! Sin embargo, era el momento de aceptar que su hijo se había convertido en una estrella. Una noche de verano, pocas horas antes de tomar un avión hacia Italia para atender sus compromisos profesionales, Luis Miguel, acompañado por sus padres y sus hermanos, dio la bienvenida al periodista. Así lo contaba el redactor en el aquel reportaje. 

"El no es muy aficionado a dar detalles sobre su vida privada. Procura que pase inadvertida para el público. Sólo en alguna rara ocasión logramos reunir a toda la familia, aunque para eso tuvimos que esperar hasta las dos de la madrugada. La fabulosa casa que en estos momentos alberga al clan Rey la compró Luis hace unos años, con intención de estar junto a su familia española. ‘Es que así nos sentimos más cerca de los nuestros. Lamentablemente, por los viajes de Luis Miguel no podemos disfrutar todo lo que nos gustaría de la casa’. Marcela, la madre de Luis Miguel, es una mujer encantadora, simpatiquísima. Se nota su origen italiano. Ella es la tía de la famosa actriz italiana Rossana Podestá. Con nosotros están también los hermanos de Luis Miguel: Alex, de 13 años, y Sergio, de 1.

Enseguida Luis nos muestra su casa, repleta de muebles de época, todos con certificado de autenticidad. ‘Los compré en un conocido anticuario, porque me gustan los muebles clásicos de estilo. Los elegí personalmente’. Hay dos violas adornando las paredes de esta suntuosa mansión que tiene más de mil metros cuadrados construidos y un jardín de doce mil."

Marcela Basteri y la soledad

La familia Gallego-Basteri se rompió ese mismo año, poco después de publicarse el reportaje. La pareja se separó, Marcela se refugió en su Italia natal y no volvió a ver a sus hijos. Luis Miguel se enemistó con su padre, su carácter se volvió melancólico y en su alma se abrió una herida que, parece, jamás cicatrizará. 

La desaparición de Marcela Basteri marcó su vida para siempre. A partir de su añoranza, inevitablemente, el intérprete de "No culpes a la noche" se armó de una coraza para intentar defenderse del dolor: un poco de distancia, un tanto de desconfianza, una barrera que obstruye el camino a su corazón. El lo llama "soledad", que se puede sentir en medio de la multitud, rodeado de fans o de amigos. No es algo físico. Los que conocían a Marcela Basteri decían que era una mujer divertida, amorosa y llena de vida. Además, era espléndida. Tenía ojos azules, pelo rubio y una sonrisa muy tierna. 

Viendo las imágenes que acompañan esta nota, uno podría imaginar lo sólida que era la unión entre Luis Miguel y su madre. Tan sólo hay que fijarse en el modo en que ella lo mira, llena de orgullo y de admiración. Y él, un chico todavía, al que la fama lo sorprendió demasiado pronto y que aún necesita su protección y su guía. Marcela era su cómplice, su fan más incondicional, la persona por la que cualquier sacrificio valía la pena. 

Sin embargo, un día Marcela se fue y nunca regresó. Se dijo que había vuelto a Italia, al refugio de su familia, cuando la relación con el padre de sus hijos se rompió. Pero su silencio, su ausencia de tantos años, resulta inexplicable. Luis Miguel nunca perdió la esperanza de encontrarla. A pesar de las multitudes que lo rodean, de los amigos que lo acompañan o de las mujeres que lo aman, la soledad fue y sigue siendo su más fiel compañera.


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