viernes, abril 15, 2011
Luis MIguel en Guatemala
A ramalazo limpio de funk y a un pop cargado de rítmica fue en su mayoría con lo que Luis Miguel provocó y conquistó al público el martes 12, en el estadio del Ejército. Por supuesto, traía ases bajo la manga, como esas canciones treinteañeras, sin descontar las del pasado reciente. Vino en realidad a ganar a lo seguro. Como era de esperarse.
Con ese portento de voz, abordó estilísticas diversas, sea pop con temas de siempre como O tu o nadie, Entrégate, La incondicional, Con tus besos, Te necesito, nuevas como Labios de miel; boleros como Tres palabras, La distancia; y el tango Volver. Otras inesperadas como Come fly with me, con swing de por medio que cantó sincronizada con la voz de Frank Sinatra (derivada de la grabación de 1994) y que reprodujo en compañía de video.
Luis Miguel es ahora más dado a socializar. Invitó a medir la pasión de las cinco mil almas del respetable (gritos). Se dedicó a extenderle la mano al público a los pies del escenario, y habló, poco pero habló agradeciendo e instando a disfrutar el rato. Su típica sonrisa, el carácter que proyectó y ese gesto como de estar tocando una guitarra invisible, sustentaron la idea de que se la pasaba bien. Como ve, a diferencia del concierto de hace cuatro años, rompió el guión.
Su voz es su mayor presea. Aunque quizá lo que a veces desconcierta en la interpretación es que estilice demasiado las canciones, incluso las propias, hasta llegar a un punto en que las desfigura al cambiarles tiempo o tono. Tampoco posee mucho brío teatral. Pero sí, es espontáneo, intenso, ágil e incluso le da por mimar algunas. Sin duda, en ese combinado más cierta sobriedad, descansa parte de su poder.
Gracias al desempeño de la banda, Luis Miguel puede hacerle guiños al funk más carnoso como al soul más emotivo. En canciones como Muchachos de hoy y Qué nivel de mujer, uno se da cuenta que ese motor sonoro puesto en marcha, le resulta de gran estímulo a él y al público.
Es cuestionable esta vez el comportamiento de Premier Producciones con la prensa al enviarla a tribuna. Nada que VIP, Oro o Platino, no, allá lejos. A diferencia de las productoras de El Salvador que colocan a la prensa en segunda fila. Lo que sucede es que aquí aún impera esa degradante idea de que la prensa son unos colados más y no aquellos que llegan a cumplir su trabajo. Con indignaciones por aquí y vetos por allá (Tigo), pues a veces cuesta cumplir bien con el oficio.
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