domingo, febrero 26, 2012
casi 20 mil asistentes que se dieron cita, anoche
Luis Miguel parece inmune a su entorno. Le basta su voz y su presencia para hacer patente su estatus como el intérprete latinoamericano más importante de la actualidad. Ni siquiera un recinto con muchos detalles físicos por concluir basta para opacar lo que logra sobre el escenario.
Ser el padrino de lujo para inaugurar la Arena Ciudad de México no pesaba sobre los hombros del cantante que, desde su irrupción al escenario cuando el reloj marcaba las 21:25 horas, aglutinó los ánimos de casi 20 mil personas que lo recibieron con gritos y aplausos.
Sin mediar palabra, comenzó con la ejecución de Te propongo esta noche. Aquello bastó para enloquecer a la gente. El Sol brillaba y él lo sabía.
Ataviado con un sobrio traje negro, Luis Miguel sacaba jugo de los factores que se conjugaban a su favor.
Si bien la Arena lucía demacrada en algunas zonas, al menos en el terreno sonoro se mostraba orgullosa y de ello sacó provecho el cantante que pudo lucir la voz que lo ha catapultado hasta lo más alto del firmamento musical.
Desde el arranque del recital, 50 minutos más tarde de lo previsto, echó mano de sus temas clave. Suave y Con tus besos siguieron el recorrido. Jovial, simpático y sonriente. El Sol estaba disfrutando la noche.
“Muy buenas noches Ciudad de México, qué placer tan enorme. Qué publico tan maravilloso, un aplauso a todos ustedes. Gracias por estar conmigo aquí, es un placer estar con ustedes y tener la oportunidad de celebrar 30 años en la música”, dijo a manera de saludo el cantante, quien aplaudió, además, la apertura de un nuevo foro de espectáculos en la capital.
"Hay que felicitar a esta bellísima y magnífica obra que es la Arena Ciudad de México, ¿Está bonita, verad?", agregó poco antes de comenzar con el segmento de boleros.
Tres palabras, La barca y Somos novios, clásicos de antaño que el mexicano recuperó, retumbaban en el lugar.
La orquesta que lo acompañaba, en la que había metales, cuerdas, voces, percusiones y piano, acompañaba sutil y elegante las ejecuciones del cantante que jugaba con los temas, los reinventaba sobre la marcha y, por momentos, los dejaba en voz de la gente que no dejaba pasar la oportunidad.
Los coros se multiplicaban. Los temas, de pronto,eran del dominio público. Por debajo de la mesa y La gloria eres tú se convertían en evidencia de lo que sucedía la noche del sábado.
Cuando llegó el turno de Bésame mucho quedó claro que pocos manejan la transición musical mejor que Luis Miguel al mostrarse capaz de ir un bolero a una balada con arreglos pop con gracia.
“¡Esas palmas, arriba!”, arengaba el cantante a la gente sin importar que el siguiente tema fuera otro bolero como Inolvidable.
El público, entregado desde un principio, obedecía las peticiones del cantante que se mostraba contento sobre el entarimado.
Siguieron otros temas como La última noche y Amor, amor, amor. Con ambos, el intérprete también mandaba un mensaje a quienes criticaban el desgaste de una fórmula que hasta ahora le sigue funcionando.
En otro cambio de rumbo rítmico, Luis Miguel ejecutó Come Fly with Me mientras en las pantallas, la central, las laterales y la superior, se apreciaba la imagen de Frank Sinatra, quien inmortalizara el tema.
Aquel fue el banderazo de salida para los clásicos que popularizara en su infancia
el astro.
No me puedes dejar así y Palabra de honor se escuchaban tan frescas y fuertes entre la gente como lo debieron hacer en los años de su debut. Sin conceder tregua sonaron otras como Entrégate y La incondicional. Cada una superaba el éxito de la anterior mientras Luis Miguel dejaba ver que el tiempo le ha servido para mejorar su interpretación.
Esa niña fue el siguiente tema de la velada y el primero para que el cantante se aproximara a la orilla del escenario para saludar a las valientes que lograran sortear a una decena de guardias que impedían que cualquiera se acercara.
Con tres décadas dedicadas a la música y con la intención de complacer a la mayoría, Luis Miguel echó mano de otro medley con Un hombre busca una mujer, Cuestión de piel y Oro de ley.
Después cantó Tú, sólo tú y Te necesito y, tras una hora de concierto, salió del escenario para cambiar de atuendo.
Reapareció en medio de los acordes de No existen límites, tema que sirvió como remanso de tranquilidad para la gente antes de que Qué nivel de mujer los arrancara de nueva cuenta de sus asientos.
Lo que siguió fue un sube y baja de emociones. De baladas como Fiebre de amor que se intercalaban con cortes de ritmos pop como Decídete, todos guiados por el común denominador de la voz de El Sol que de nueva cuenta recurrió a un popurrí para ofrecer temas como Los muchachos de hoy, Ahora te puedes marchar, La chica del bikini azul, Isabel y Cuando calienta el sol.
La algarabía era tal que pocos parecían percatarse del fallo de la pantalla central, la más grande del mundo, la que habían presumido como la mejor de su tipo y la misma que se apagó mucho antes de que el concierto terminara.
Con un grito de ¡Viva México! Luis Miguel dijo adiós cuando habían transcurrido 90 minutos quedando en el escenario un mariachi.
Poco después se reincorporó para entonar temas como Viva México y Si nos dejan. Nadie se movía de su asiento y, por el contrario, pese al tiempo transcurrido parecían querer más.
El Sol estaba listo para complacerlos. En el repertorio aún había canciones como Échame a mí la culpa y Sabes una cosa, apenas un vistazo de la faceta ranchera del intérprete que cantó también fragmentos de canciones como Que seas feliz, Y, ¿De qué te manera te olvido?, La bikina y El viajero.
El público, rendido por completo, aplaudía y gritaba.
“¡México, México, México!”, gritaba entusiasmado el cantante mientras el mariachi desaparecía y la oscuridad se apoderaba del recinto.
Apenas un par de minutos después el cantante regresó para interpretar estrofas de Vuelve, Cómo es posible que a mi lado, No culpes a la noche y Te propongo esta noche.
La misión, abarcar tantas de sus facetas como fuera posible, estaba dando resultado. Por difícil que pareciera, en dos horas estaba resumiendo lo mas importante de sus tres décadas como cantante.
El último acto de la noche fue Labios de miel, con él dijo adiós el intérprete que hoy ofrecerá otro concierto en el mismo lugar. Aún hay boletos disponibles.
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